Día 21
noviembre 13, 2015 at 11:00 ,
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¡Quién lo diría! Tres semanas y aquí sigo. Bueno, seguimos... Estamos los dos en casa siguiendo esta nueva vida. Y justamente ayer nos encontramos con gente a la que no veíamos hace casi dos meses y reaccionaron positivamente ante el cambio físico que nuestra alimentación está generando. Eso sí, una gran putada salir a celebrar el cumpleaños de alguien mientras te bebes una infusión y apenas puedes picar unas olivas o una ensalada de pimientos con ajo.
Pero, si soy sincero, ni hambre tenía. Tanto así, que al llegar a casa ya con bastante sueño, me metí directamente a la cama sin comer. ¡Todavía no tenía hambre desde la hora de almuerzo! Lo bueno es que no me asusta ni me obsesiona. Aprender a comer de forma regular es una disciplina que, a mí parecer, se debe cumplir. Pero, de vez en cuando, saltarse una comida si es que el cuerpo no te lo pide, no creo que sea una locura ni nada de qué preocuparse. Saltarse dos ya es un problema...
Y ya que hablamos de regularidad, es muchísimo más fácil comer sano cuando se tiene la suerte que tenemos de trabajar en casa. Hay más tiempo para preparar comidas, comprar cosas frescas, bajar a buscar algo que falte... Para la gente que va a oficinas, que sale de casa muy pronto y que cruza la ciudad paa llegar a su trabajo, la verdad es que es más complicado, porque requiere cierto esfuerzo. De todas formas, al final es una cuestión de organización y de facilitarse la vida.
Yo no me levanto todos los días a cocinar arroz y grandes cosas. Hago un kilo de arroz integral para la semana (o más); tengo cosas cortadas y/o cocidas y/o listas para mezclar, que dejo preparadas cuando tengo tiempo; se pueden dejar cebollas, pimientos rojos, calabacines, etc., ya listos para cocinar y lo de hacer el desayuno es cuestión de minutos. Incluso, un guiso de cebolla y calabacín, o un pisto o un salteado de verduras, resultan ser una estupenda compañía para el arroz durante el desayuno. Yo os animo a intentarlo y a buscar la forma de acomodar vuestra rutina. Lamentablemente no hay otra opción que esa.
Y celebro estas tres semanas con mucha energía, con la intención de seguir adelante y con la ingrata convicción de que celebraré mi cumpleaños con una manzana como gran regalo dulce. ¡Todo vale para acabar con la cándida! Por cierto, estuve leyendo varias páginas esta mañana y empieza a haber más información al respecto. Y sí, puede convertirse en la base de muchas dolencias físicas y mentales, aunque usted no lo crea. ¿Cansancio, fatiga, acidez, bajones de azúcar, problemas estomacales, mal aliento, etc.? ¿Alguno de esos síntomas te suena? Quizás es hora de empezar a pensar en hacer algo. Empieza por consultar a tu médico y mira a ver qué te dice respecto a la cándida. ¡Seguro que será una sorpresa para ambos!
Pero, si soy sincero, ni hambre tenía. Tanto así, que al llegar a casa ya con bastante sueño, me metí directamente a la cama sin comer. ¡Todavía no tenía hambre desde la hora de almuerzo! Lo bueno es que no me asusta ni me obsesiona. Aprender a comer de forma regular es una disciplina que, a mí parecer, se debe cumplir. Pero, de vez en cuando, saltarse una comida si es que el cuerpo no te lo pide, no creo que sea una locura ni nada de qué preocuparse. Saltarse dos ya es un problema...
Y ya que hablamos de regularidad, es muchísimo más fácil comer sano cuando se tiene la suerte que tenemos de trabajar en casa. Hay más tiempo para preparar comidas, comprar cosas frescas, bajar a buscar algo que falte... Para la gente que va a oficinas, que sale de casa muy pronto y que cruza la ciudad paa llegar a su trabajo, la verdad es que es más complicado, porque requiere cierto esfuerzo. De todas formas, al final es una cuestión de organización y de facilitarse la vida.
Yo no me levanto todos los días a cocinar arroz y grandes cosas. Hago un kilo de arroz integral para la semana (o más); tengo cosas cortadas y/o cocidas y/o listas para mezclar, que dejo preparadas cuando tengo tiempo; se pueden dejar cebollas, pimientos rojos, calabacines, etc., ya listos para cocinar y lo de hacer el desayuno es cuestión de minutos. Incluso, un guiso de cebolla y calabacín, o un pisto o un salteado de verduras, resultan ser una estupenda compañía para el arroz durante el desayuno. Yo os animo a intentarlo y a buscar la forma de acomodar vuestra rutina. Lamentablemente no hay otra opción que esa.
Y celebro estas tres semanas con mucha energía, con la intención de seguir adelante y con la ingrata convicción de que celebraré mi cumpleaños con una manzana como gran regalo dulce. ¡Todo vale para acabar con la cándida! Por cierto, estuve leyendo varias páginas esta mañana y empieza a haber más información al respecto. Y sí, puede convertirse en la base de muchas dolencias físicas y mentales, aunque usted no lo crea. ¿Cansancio, fatiga, acidez, bajones de azúcar, problemas estomacales, mal aliento, etc.? ¿Alguno de esos síntomas te suena? Quizás es hora de empezar a pensar en hacer algo. Empieza por consultar a tu médico y mira a ver qué te dice respecto a la cándida. ¡Seguro que será una sorpresa para ambos!