Definitivamente las rutinas son absolutamente necesarias para mantener una vida sana. Ayer fuimos a ver una exposición (que finalmente no pudimos ver porque ya estaban cerrando) y nos quedamos a tomar algo con unos amigos. Revisando la carta del lugar, lo único que realmente podía pedir sin faltar a la dieta era una infusión de poleo menta, porque hasta el rooibos tenía chocolate y no se qué otras cosas. ¡Horrible!
Y claro, luego pensar en cenar era complicado, porque tenemos la rutina del agua oxigenada con valor alimentario una hora antes de cada comida y del magnesio, media hora antes. Con lo cual, no pudimos hacer nada hasta volver a casa; pero, como ya era tarde, finalmente decidimos cenar una manzana para no cargar el estómago. Bueno, que complicado nos lo ponemos.
Pero, como llevo diciendo desde que empecé, el esfuerzo merece la pena. La sensación de bienestar se mantiene (¿o aumenta?) y cada día duermo más como un bebé. Tanto, que anoche me metí en la cama y no soy consciente de haberme dormido ni nada. Caí rendido...
La comida de ayer: judías pintas con cebolla morada, jengibre, calabacín y puré de tomate... ¡Deliciosas! La verdad es que las legumbres, además de versátiles, son un ingrediente estupendo para dar color, sabor y fuerza a las recetas. Es cosa de dejarse llevar y disfrutar con ellas, cocinándolas y comiéndolas...