Vitaminas y minerales
Durante años escuché que las vitaminas engordaban y que no era bueno tomarlas. De los minerales, sinceramente, poco he sabido a lo largo de los años. Cuando me hacía el chequeo anual (esto hace muchos años), nunca nadie me dijo ni reparó en mis niveles de vitaminas en el organismo; al contrario, solo se fijaban en colesterol, azúcar y triglicéridos, o en indicadores del funcionamiento tiroidal. Poco más...
En los últimos años, dos cosas me han sorprendido: por un lado, la carencia generalizada de vitamina D; y, por otra, la de magnesio, que se empieza a encontrar en lácteos y café soluble. ¿Por qué ahora? ¿Qué ha cambiado? La respuesta la desconozco, pero es un indicador de que vitaminas y minerales son esenciales en nuestro funcionamiento.
Por eso, desde que comencé la dieta, tomo una serie de vitaminas, minerales y complementos que me ayudan en todo el proceso de destrucción de la cándida (que cada día que pasa y leo más sobre ella, me doy cuenta de que es la mala de la película).
Desde que las tomo y hago la dieta sin gluten, lácteos ni azúcar, puedo decir que: estoy menos cansado, me acatarro menos y, cuando me ocurre, es más leve; me duele menos la cabeza y mis articulaciones (entre ellas una lesión en un tobillo que me amargaba la vida) van muchísimo mejor; duermo mejor, tengo más energía y, en general, me siento 10 veces mejor que hace dos años.
¿Qué tomo?
2. Multivitamínico: todo media dosis de la indicada de un multivitamínico muy potente, que me mantiene los niveles de vitaminas y minerales de forma adecuada.
3. Magnesio: lo tomo a diario.
4. Silicio: lo estuve tomando durante 2 meses para una lesión en un tobillo... ¡Fantástico! De hecho, tengo que volver a tomarlo y hacer un mantenimiento.
5. Vitamina K: día sí, día no.
6. Vitamina D: en verano, tomo 20 minutos de sol cada día (a mediodía) con el torso desnudo. En los meses de invierno, cada 15 días, una dosis de vitamina D para mantener los niveles. En mi último chequeo, mi médico de cabecera me felicitó por hacer mis deberes adecuadamente respecto a esta vitamina.
7. Extracto de semilla de pomelo o perlas de aceite de orégano: cada cierto tiempo, hago un repaso por una de estas para recordarle a la cándida que "no me simpatiza".
Día 30
Llegados al final del primer mes, mi balance sigue siendo positivo y no me canso de contar las ventajas de una vida sin gluten. Debo reconocer que por un lado me da bastante pena mirar el trigo con distancia y con cierto resquemor... me ha estado haciendo mal de diversas formas durante tanto tiempo que cuesta volver a confiar en él. Pero también reconozco que las cosas de trigo tienen una cosa especial, sobre todo la pasta, que de otras harinas u orígenes no resultan tan apetitosos.
Pasado ese trauma y con las ganas de descubrir toda una nueva variedad de posibilidades de la mano de las almendras, las castañas, los garbanzos, el arroz y otros productos de los que fabrican harinas de diversas características, me estoy dedicando a investigar y leer las cualidades y características de la cocina sin gluten, de la vegana, de la sin azúcar, etc. ¡Y hay muchas posibilidades para remplazar, sustituir o alterar las recetas originales! Casi todo tiene un equivalente más sano o más natural y, aunque se pierdan algunas texturas, se gana en muchas otras cosas.
Como dije ayer, escuchad a vuestros cuerpos, pero también os animo a comer de forma inteligente, a elegir bien qué os echáis a la boca y a compartir vuestras experiencias con otros. A todos nos viene bien contar con un hombro en el que llorar las penas y las carencias, además de una fuente en la que buscar inspiración, apoyo e información.
Mi web seguirá abierta y el blog continuará con otros temas. Pero siempre quedará aquí este mes de experiencias para quienes inician el camino de lucha contra la cándida o para quienes abandonan el gluten. ¡Bienvenidos y seguimos juntos este camino!
Día 29

1. No es una dieta de adelgazamiento, sino una forma de equilibrar el organismo, acabar con la cándida y, además, de evitar los efectos nocivos del trigo en el cuerpo. A pesar de que este proceso de limpieza tarda meses, los efectos se empiezan a notar al segundo día:
- Aumenta la calidad de sueño
- Se acaban malestares como la acidez y el reflujo estomacal
- Pérdida de grasa abdominal
- Sensación de bienestar generalizada
- Ninguna sensación de hambre ni necesidad de azúcar
- Más energía y menos adormilamiento
- Etc.
2. Si bien no es sencillo seguir sus pasos, vale la pena continuar. El esfuerzo tiene sus recompensas.
3. La cándida es muy jodida y, además de la dieta, necesita de complementos fungicidas para volver a su sitio. Dejad que os asesore un médico o alguien que sea de confianza, porque esto no es cuestión de tomar cualquier cosa.
4. Tenéis que aprender a escuchar a vuestros cuerpos. Los dolores y malestares con los que convivimos, quizás tienen un origen evitable y no son cuestiones de edad o de genética. Sin obsesionarse, hay que ser capaces de parar y reflexionar sobre qué nos pasa, qué sentimos y cuál es el posible origen. No os acostumbréis de la nada a convivir con un malestar persistente, menos todavía en el tracto digestivo.
Día 28
Una de las principales recomendaciones que hago para seguir esta dieta, entre muchas otras, es la regularidad: intentad mantener los mismos horarios, hacer las tomas de los fungicidas, vitaminas y minerales a horas similares, para que todo se transforme en una rutina y sea más fácil incorporarlo a la vida diaria, ya sea estando en casa o fuera.
El agua oxigenada de valor alimentario es un estupendo fungicida, pero hay otras opciones más fáciles de tomar y de llevar. El extracto de semilla de pomelo o el aceite de orégano son buenas posibilidades. Además, es positivo atacar a la cándida por distintos frentes para dejarla knock out lo antes posible.
Por lo demás, requiere paciencia e inventiva. Paciencia para aguantar todas las "burlas" y "comentarios" respecto de la dieta; e inventiva para no caer en la fórmula habitual de comidas reiteradas hasta la saciedad y buscar siempre nuevas salidas a la comida permitida.
Lo más importante es que hagas esto porque quieres y no porque alguien "te obliga". Cambiar de hábitos no es cuestión sencilla, sobre todo cuando el mundo que te rodea resulta hostil (por no decirlo de otra forma) ante la diferencia alimentaria (por no hablar de las otras). La vida sin gluten es jodida de vivir, pero vale la pena hacerlo. Y lo digo en serio.
Día 27

No incorporo productos de soja, porque la verdad es que me sientan bastante mal. La leche de soja me provocaba una hinchazón feroz y el tofu nunca ha sido mi comida favorita. El seitán es de trigo, así que está prohibido. Y las leches de arroz, avena, almendra, etc., que se encuentran, suelen incorporar azúcar, así que hay que tener cuidado con cuáles compráis.
Por lo demás, el mercado se está ampliando cada vez más a productos alternativos y a publicaciones con recetas sin gluten. Incluso, ya hay unas cuantas con platos para seguir la lucha contra la cándida y sus efectos, y ayudar a que el hongo vuelva al sitio que le corresponde dentro de la flora intestinal.
Ayer empezamos la toma de un suplemento de vitaminas simplemente como prevención, aunque estamos teniendo una alimentación variada y rica en todo tipo de componentes, a veces se pueden generar ciertas descompensaciones, sumadas a las habituales que tenemos por el simple hecho de tomar malas decisiones alimenticias.
Y me quedo con esta idea de las malas decisiones: reconozco que he comido mal mucho tiempo y he tomado muy malas decisiones a la hora de comer o de elegir qué comer. No me creo un gurú ni nada, pero me he dado cuenta de lo poco que escuchaba a mi cuerpo y de lo mucho que dejaba que mi mente golosa dominara mis elecciones, que resultaban ser las más groseras -la mayoría de las veces-, las que tenían más azúcar, queso o grasa. Y ahora -hoy, porque no sé lo que ocurrirá mañana, me siento más consciente y pienso dos veces antes de comer algo. ¿Sugestión o entusiasmo? Me da igual. Ojalá que se convierta en hábito y no en una cuestión pasajera.
Día 26

¿Es tan así? La verdad es que no lo sé, pero como ya conté en el post de ayer, la sensación de una vida sin trigo es infinitamente mejor: más descanso, menos malestar... Y eso, para mí, ya es una muestra de que algo hay. Ahora, que todo lo que afirma Davis en su libro sea cierto, ya es cuestión de fe, como casi todo en esta vida.
Por lo demás, todo sigue su curso: continúo tomando el agua oxigenada de valor alimentario como fungicida (tuve que reducir la dosis a 7 gotas diluidas en 150 ml de agua mineral), pero ahora lo combino con extracto de semilla de pomelo, también con una acción fungicida, que tiene algo de mejor sabor. Al menos, no me está dando náuseas. ¡Por ahora!
Y sigo reduciendo centímetros, a pesar de que esta semana se notó menos en cuanto a número, ya he avanzado otro agujero en el cinturón y ya no me quedan más en este, así que tendré que recurrir a otros más pequeños. Esto siempre se agradece, sobre todo cuando se suma al bienestar general.
Día 25

Durante años (sí, años) sufrí de acidez estomacal y de constantes reflujos, sobre todo cuando me pasaba con la comida -especialmente la cena-; tenía una hinchazón constante a causa del trigo y de la leche; estaba más aletargado, dormía cada vez menos y con un sueño leve; la digestión no iba mal en cuanto a regularidad, pero era cambiante...
Hoy, apenas 3 semanas y media después de empezar con esto, los cambios son evidentes: duermo mejor y mucho más profundo. Incluso, hay días en que duermo menos horas, pero la sensación de descanso y la energía durante el día son brutales. No sé lo que es la acidez y los reflujos... ¡No los he vuelto a tener! La sensación de hinchazón ha (casi) desaparecido, porque todavía hay algunas cosas que supongo que tengo que regular, pero es notoriamente inferior. Y, hablando algo muy personal, la digestión mejora en todo sentido.
Menos dolores de cabeza, más energía, menos sueño, cero cansancio, nada de hambre entre comidas ni malestares estomacales... ¿cómo era capaz de vivir a todo eso y no importarme nada ni siquiera para detenerme a pensar por qué ocurría o, mejor aún, cómo podía evitarlo?
¡Escucha a tu cuerpo! Si sientes que algo no va bien o tienes molestias... ¡No es normal! No tienes por qué vivir con eso ni de esa forma. La vida no nos deja tiempo para pensar en nosotros mismos, pero es un ejercicio necesario. Yo os lo recomiendo encarecidamente...
¡A pensar en ti y en nadie más por un rato!
Día 24

La verdad es que no tuve tiempo a extrañarla, porque el día fue intenso de trabajo y de cariño. Una de las sorpresas, fueron dos libros dedicados a la cocina sin gluten que compartiré pronto con ustedes. Solo de empezar a mirar uno, se me han quitado las ganas de acercarme al trigo por una larguísima temporada. Resulta terrorífico saber lo que comemos; pero, como nos pongamos así, ni agua...
Durante el día no tuve mucha oportunidad de "celebrarme", pero por la noche me di el tiempo de preparar con mimo un risotto de quinoa (quinotto) con puerros, calabacín, cebolla y zanahora... ¡Delicioso! Fue un disfrute para los sentidos: además de bello, estaba muy sabroso y suave. Eso sí, no sé si es cuestión habitual, después sentí más sed que con otros alimentos. Por lo demás, nada grave.
¡Qué ganas tengo yo de investigar en los dulces que esta dieta permitiría! Estoy leyendo, buscando, investigando y espero pronto tener sorpresas al respecto. Por ahora, me voy a descansar que me lo he ganado. ¡Hasta mañana!
Día 23

La comida fue una ensalada de lentejas, aguacates, tomates y cebolla, con pimientos asados en aceite de oliva y ajo. Pero el problema fue por la tarde...
Salimos a comer con unas amigas a un restaurante griego que está en la calle San Gregorio en Madrid. Pedí encarecidamente que me recomendasen comida sin gluten y sin lácteos porque estaba haciendo una dieta especial. Curiosamente, fui objeto de comentarios supuestamente graciosos por parte del camarero sobre si iba a comer pan, si me traía pan, si quería más pan (de forma reiterada), además de la escasa información -también en tono de burla- sobre si las cosas tenían gluten o no.
Ante su ineptitud, decidí pedir unas hojas de parra rellenas de arroz y carne, y unos pimientos asados rellenos de arroz y verduras. En principio nada debería ser problemático, pero no solo venían cubiertos de salsa las hojas y de queso los pimientos, sino que algo tenía gluten, seguramente, porque desde ayer por la noche mi sistema digestivo está más tocado: dormí mal, tengo la tripa algo suelta y, por primera vez en 3 semanas, me siento hinchado.
Lo lamentable, además de la atención, es la falta de información. La semana pasada estuve en Valencia y no hubo sitio (incluso en el más cutre) donde no hubiera una completa información respecto de los alergenos que podía contener la comida: todas las cartas traían una serie de símbolos para avisar al consumidor si conteía frutos secos, gluten, azúcar, sésamo, etc. Un lujo comparado con este poco respeto por los clientes.
Animo a quien tenga que tomar medidas a que se procure contar no solo con la información adecuada respecto a la alimentación, sino también a que haya una oferta más amplia para todo tipo de intolerancias. Es realmente complicado parar a comer en un sitio que no sea en mi casa para cumplir con los requisitos mínimos de la dieta, pero me niego a estar condenado a no poder salir porque el sector de la restauración en Madrid no tiene ningún tipo de consideración con las diferencias.
Solo me quedó algo claro: no volveré nunca a ese restaurante. Por si quieren saber se llama Dionisos.
Día 22

No voy a negar que a ratos me resulta complicado el desafío de cocinar "diferente" con los alimentos permitidos y hay días en que, como hoy, poca capacidad de inventiva tengo. Así que tiré de lo que tenía: aguacates rellenos de pollo, ensalada de lentejas con tomate, arroz integral, etc. Así y todo comimos rico y sano durante todo el día.
Además, las manzanas sientan de maravilla y agradezco poder comerlas de vez en cuando ya sea como merienda o para sustituir alguna cena en los días en que no tengo mucha hambre por la noche. No lo hago por dieta, sino porque el cuerpo realmente no me pide más comida en determinados momentos. Y, como decía, esta pieza de fruta sienta fantástico.
Poco más que contar en un día de tanto relax.
Día 21

Pero, si soy sincero, ni hambre tenía. Tanto así, que al llegar a casa ya con bastante sueño, me metí directamente a la cama sin comer. ¡Todavía no tenía hambre desde la hora de almuerzo! Lo bueno es que no me asusta ni me obsesiona. Aprender a comer de forma regular es una disciplina que, a mí parecer, se debe cumplir. Pero, de vez en cuando, saltarse una comida si es que el cuerpo no te lo pide, no creo que sea una locura ni nada de qué preocuparse. Saltarse dos ya es un problema...
Y ya que hablamos de regularidad, es muchísimo más fácil comer sano cuando se tiene la suerte que tenemos de trabajar en casa. Hay más tiempo para preparar comidas, comprar cosas frescas, bajar a buscar algo que falte... Para la gente que va a oficinas, que sale de casa muy pronto y que cruza la ciudad paa llegar a su trabajo, la verdad es que es más complicado, porque requiere cierto esfuerzo. De todas formas, al final es una cuestión de organización y de facilitarse la vida.
Yo no me levanto todos los días a cocinar arroz y grandes cosas. Hago un kilo de arroz integral para la semana (o más); tengo cosas cortadas y/o cocidas y/o listas para mezclar, que dejo preparadas cuando tengo tiempo; se pueden dejar cebollas, pimientos rojos, calabacines, etc., ya listos para cocinar y lo de hacer el desayuno es cuestión de minutos. Incluso, un guiso de cebolla y calabacín, o un pisto o un salteado de verduras, resultan ser una estupenda compañía para el arroz durante el desayuno. Yo os animo a intentarlo y a buscar la forma de acomodar vuestra rutina. Lamentablemente no hay otra opción que esa.
Y celebro estas tres semanas con mucha energía, con la intención de seguir adelante y con la ingrata convicción de que celebraré mi cumpleaños con una manzana como gran regalo dulce. ¡Todo vale para acabar con la cándida! Por cierto, estuve leyendo varias páginas esta mañana y empieza a haber más información al respecto. Y sí, puede convertirse en la base de muchas dolencias físicas y mentales, aunque usted no lo crea. ¿Cansancio, fatiga, acidez, bajones de azúcar, problemas estomacales, mal aliento, etc.? ¿Alguno de esos síntomas te suena? Quizás es hora de empezar a pensar en hacer algo. Empieza por consultar a tu médico y mira a ver qué te dice respecto a la cándida. ¡Seguro que será una sorpresa para ambos!
Día 20
Después de hacer público ayer este blog, recibí una avalancha de mensajes respecto a mi alimentación. Por un lado, consejos y experiencias de personas que, por alguna razón, tenían una forma de vida más o menos parecida. Por otro, gente preocupada ante lo poco que me dejaba de margen para comer. A todos les agradezco su preocupación, pero también les digo: con calma, que esto no es producto de una locura momentánea ni de haber visto alguna luz especial. Simplemente es una prueba para ver cómo reacciona mi cuerpo, para ver si la cándida entra en retirada y también para equilibrar una alimentación que, si bien sana en la base, recurría a muchos excesos de cosas malas en muchos momentos.
Dicho esto, también os digo que me alimento bien: trato de equilibrar las carnes con las verduras, las legumbres con las ensaladas y dejar espacio para crear platos interesantes, que es una de mis principales preocupaciones como "gordo": comidas atractivas, pero que sean sanas y que no incumplan las normas de alimentación que llevo ahora (que no son pocas, pero que no resultan tan complicadas de entender). He detallado más la sección ¿Qué comer? de la web para que, quien quiera probarlo, pueda hacerlo de forma libre e informada.
Mi idea, para las próximas semanas, es ir publicando las recetas de las cosas que voy haciendo, con más detalles de cómo las preparo, por qué, etc., y así poder ayudaros más. La verdad es que como comida muy sabrosa, que alimenta bien y que no me sienta pesada. Hoy cené tarde y me metí a la cama apenas una hora después, y no tuve ningún malestar. Eso, hace unas semanas, me hubiese significado una noche de reflujos y acidez, que probablemente hubiese pasado a base de uno o dos antiácidos. ¡Una pena! Ahora, en cambio, vivo feliz y libre de esos problemas.
El desayuno de ayer fue arroz integral con una tortilla de huevos, tomate y cebolla; la comida fue arroz integral con pavo asado y costra de especias; y la cena, una ensalada de lentejas, con tomate, aguacate y un trocito de pavo que había quedado. A media tarde, me comí una manzana que siempre me sienta de maravilla.
Una de las cosas que me llama la atención es que por las noches me duermo con muchísima facilidad. A eso de las 22:30 o las 23:00 se me cierran los ojos y caigo como un bebé. ¡Antes con los picos de azúcar y la digestión pesada era impensable dormirme antes de la 1:00 AM! Me siento mucho más descansado durante el día, más fresco; y, por las noches, el cuerpo comienza a relajarse y el sueño viene solo, sin dificultad. Y eso también es algo impagable para mí, que siempre reconocía tener el sueño escaso y ligero. ¡Anoche dormí profundamente! Un sueño reparador como hace tiempo no tenía. ¡Bienvenidos sean estos pequeños cambios!
Día 19
Ayer aproveché un par de horas libres para ponerme a hacer una de las cosas que más me gusta: ¡cocinar!
Pavo al horno con laurel, al que luego pinté con una pasta de aceite de oliva, cúrcuma, curry vindaloo en polvo y canela, para que quedase con una costra en el exterior; y dejé hervidas unas lentejas para poder hacer una ensalada y distintas preparaciones con ellas. Además, compré verduras para toda la semana y conseguí agendar con mi amiga María una reunión para organizar un proyecto culinario que teníamos aparcado y para contarle más de esta Mi vida sin...
Voy llevando mejor el hecho de beber el agua oxigenada con infusiones, porque me resulta menos cansino su sabor. Supongo que tendré que ir cambiando la estrategia mientras esa parte del tratamiento sigue vigente. Por lo demás, ayer fue día de organizar mis próximas semanas en cuanto a las vitaminas que tomaré durante los meses más duros del invierno y de la "dieta", para que no me falte nada de nada. Que hay que cuidarse por todos lados.
Aproveché también de hacer una compra online de productos sin gluten ni azúcar, además de conseguir algunos ingredientes para practicar nuevas y sorprendentes preparaciones de cara a mantener esta alimentación especial por más tiempo, pero dándole versatilidad a las recetas, de manera de no aburrirnos ni tener la sensación de comer siempre lo mismo.
Y es que hay que echarle imaginación a esto: de comer, se pueden comer muchas cosas. Solo hay que abrir la mente y dejarse llevar para darse cuenta de que la dieta no es nada complicada de llevar ni de preparar. Solo hay que dedicar unos minutos a quererse y a disfrutar. Si bien la dieta parece vegana o vegetariana, no lo es. Y las carnes (sus proteínas) son esenciales para alimentarse. ¡No se confundan! Si hay algo que no se pasa con este estilo de alimentación, eso es hambre. ¡Uno se alimenta de maravilla!
Si tenéis alguna pregunta, no dudéis en comentar o preguntarme.
¡Feliz resto de semana!
Día 18

No sé si lo había mencionado antes, también estoy tomando vitamina D, una que nos falta a todos por el simple hecho de que, a pesar de vivir en un país con tanto sol, no lo tomamos suficiente y de forma correcta. Además, durante los meses de invierno, la vitamina D cae a mínimos y hay que ayudar al cuerpo a recibirla. Esta se compra en la farmacia y se toman cada 10-15 días.
Hoy cociné pasta de maíz y, si bien la primera experiencia no fue tan mal, en la cena no pude continuar. No me convenció su sabor ni su textura. Tendré que probar otras marcas o ver otra salsa para poder emitir un juicio definitivo, pero aquí gana por goleada la pasta de trigo. En cuanto al resto de la alimentación, la verdad es que el arroz integral es infinitamente mejor que el blanco, en cuanto a sabor y en cuanto a cómo me sienta.
También fue día de medidas y, a pesar de que no es el objetivo central, estoy encantado con los resultados: sigo reduciendo, lentamente y a paso firme. Sin darme cuenta, he llevado todo el día una camisa que en los últimos dos años no me había puesto porque me iba pequeña. Recién vine a caer cuando me la quité y vi la etiqueta, así que a la cama doblemente contento.
¡Hasta mañana!
Día 17
El día comenzó con un delicioso desayuno al sol: arroz integral con calabacín, cebolla y tomate, mientras nos despedíamos del mar. Hoy directamente no tomé agua oxigenada y solo seguí con el magnesio. Necesitaba parar un poco y dejar de sentir ese sabor que, cada vez más, me estaba generando una angustia vital. Y el día fue sobre ruedas (en el sentido literal y metafórico).
Comimos, en un sitio maravilloso con vistas a La Albufera en Valencia, un arroz caldoso con pollo y verduras que estaba de maravilla. Supongo que algo de grasa "animal" tenía, pero decidí omitir el detalle porque era algo que no podía controlar y porque no había otras opciones que encajasen más o mejor con mi dieta. El momento, el lugar y el sabor de una comida de verdad hecha con ingredientes de calidad (notoriamente de calidad), fueron la mejor fuente de energía para retomar la rutina alimentaria.
Como mencioné en el post de ayer, y como intento dejar claro desde el principio, esto no es una dieta para adelgazar, aunque ese sea un efecto secundario muy apreciado. La idea de todo esto es regular mi organismo, equilibrar los niveles y mejorar en calidad de vida. En lo que puedo controlar por ahora, que es la mejora de la calidad de vida, el resultado es absolutamente satisfactorio: duermo mejor, como bien, me siento estupendo y, encima, me han dicho que tengo mejor cara (mejor piel), que me veo menos hinchado y yo me siento lleno de energía para seguir adelante a pesar de lo difícil que resulta a veces.
La gente se suele quejar del tiempo que tendrá que dedicar a cocinar y preparar las cosas, pero yo no lo veo como un gasto de tiempo, sino como una inversión en mi bienestar. Y prefiero, claramente, quitarme de hacer otras cosas para cuidarme yo.
Por eso, por la noche, después del largo viaje, llegué a preparar arroz y una salsa de tomate casera para los próximos días sin rechistar, mientras preparaba la cena: unos pimientos del piquillo rellenos de aguacate y atún. Además, me dejé lista la manzanilla para, al día siguiente, retomar la ingesta de agua oxigenada. A ver qué resulta de todo esto.
Día 16

Si bien es cierto que cuesta comer fuera, la oferta -al menos en Valencia- era amplia y siempre había alguna opción que se adaptaba a mis necesidades. No obstante, habría que trabajar más para ampliarla, porque las limitaciones siguen estando allí y, cuando las demandas, la gente te mira con cara de acelga. "El chocolate tiene gluten", me dijo un camarero cuando le pregunté por si el postre era apto para celíacos, y añadió que "no tiene azúcar, porque es algarroba". Al final, después de varias dudas planteadas por mí y otras personas en la mesa, me quedé sin postre... Ya les envié el desafío para que consiguieran algo para quienes, como yo, no podemos tomar gluten ni azúcar.
Debo reconocer que me daba cierto cargo de conciencia no tomar el agua oxigenada, pero pensándolo bien decidí liberarme y, dado que la dieta la sigo al pie de la letra, fue relativamente fácil pensar que tampoco era tan terrible. Y en esto siempre digo lo mismo: cuando a alguien le resulte una tortura hacer algo así, mejor que no lo haga. He probado cientos de dietas a lo largo de mi vida y me dejé someter a un maltrato psicológico y alimenticio por "ser delgado", generando siempre lo contrario: más ansiedad y más estrés, lo que en mi caso siempre acababa en más comida, antes o después.
La idea de esto es transformar la dieta como forma de vida, no como régimen ni como dieta milagro. Se trata de escuchar al cuerpo, ver qué funciona y qué no. Hay gente que soporta la soja... yo no. No me gusta, me sienta mal y los productos hechos con soja me resultan, en general, bastante repugnantes, sobre todo los que intentan imitar "productos cárnicos". Si no quiero comer carne, tampoco quiero comer algo que se le parezca. Pero es una discusión en la que no voy a entrar ahora. Por eso es que no como cosas de soja y prefiero pedir otra cosa. Pero cada uno con sus gustos. ¡Ánimo y adelante!
Día 15
La rutina del agua oxigenada fue la protagonista de este día. En primer lugar, no nos vamos a engañar, resulta bastante "molesto" tener que andar por la calle con un gotero. Pero debo decir que ese no fue el peor de mis problemas: hoy comencé a sentir náuseas al tomar el fungicida.
La primera vez fue al mediodía, donde el sabor me resultó más intenso de lo habitual y me dejó un poco mal durante un rato. En la noche no pude: empecé a tomar el agua mineral con el H2O2 y tuve que dejarlo a la mitad, porque las náuseas fueron intensas. A la mañana siguiente (día 16), fue más leve, aunque también me dejaron bastante indispuesto. Así que decidí descansar ese día y el siguiente para ver cómo podía hacer.
La solución: beberlo con alguna infusión (manzanilla, poleo, etc.), que yo he preparado con agua mineral hervida. Lo he probado esta misma mañana (día 18) y me ha costado un poco menos, pero igual el sabor me ha quedado un rato en la boca. Hay otros fungicidas que se pueden utilizar de forma alternativa, pero no son tan efectivos. Tendré que seguir probando y ver cómo evolucionamos juntos o cambiar a uno que no sea tan potente, aunque tarde más en conseguir el objetivo.
Por lo demás, comí en un vegetariano una ensalada caprese con queso de anacardos en vez de mozzarella y estaba delicioso. Además, hoy estaba especialmente contento porque pude volver a ponerme una chaqueta que llevaba más de 3 años sin usar... ¡Un logro!
Día 14

Preparé arroz integral, compré aguacates, tomates, zanahorias, pimientos rojos y calabacines para llevar, además de huevos, infusiones, sacarina, aceite de oliva y bonito del norte. Algunas manzanas, cebollas, que se sumaron al agua oxigenada y al magnesio. En fin, todo un panorama. Pero bueno, es lo positivo de viajar en coche.
Llegamos allí sobre la hora de cenar, así que fue poco lo que pensamos en hacerlo en casa. Y, a pesar de las dificultades, pude comer una ensalada maravillosa de tomate con bonito, aguacate, pimientos rojos, aceitunas kalamata y caviar de aceite de oliva. Pero poco más: el resto de la carta era prácticamente imposible: casi todo lleva gluten, azúcar, patata, rebozados, fritos... Y lo que no, no me gusta (tengo ciertas manías alimentarias).
No obstante, disfruté de la cena y seguí con el proceso de atacar a la cándida, que se ha convertido en reclamo ya de varias personas a mi alrededor. Aunque parece difícil, es una dieta (o estilo de alimentación) que resulta agradable, fácil de llevar y que tiene muchas posibilidades. Todo es planteárselo y probar lo que mejor le siente a cada uno.
Día 13

Lo sé, estoy mal de la cabeza. Pero eso lo sabíamos hace tiempo... En cuanto a lo demás, todo sigue su curso normal: desayuno de arroz (casi siempre integral, pero vale cualquiera) y proteínas (huevo, atún, jamón de pavo, pollo cocido) con verduras (tomates, cebollas, calabacines, etc.). Alimenta tanto y sienta tan bien, que hoy a mediodía más o menos me tuve que "obligar" a comer porque no tenía mucha hambre. Pero, como tenía que salir, decidí que lo más sensato era alimentarme bien y tranquilo: el resto de las judías pintas de ayer estaba sensacional.
Y perdí (¿o gané?) otro agujero del cinturón... después de lo incómodo que estaba ayer con los pantalones medio caídos, hoy tuve que apretar más. ¡Solo me queda uno en este cinturón! Y hace dos semanas me quedaban tres. Y lo ligero que me siento, no tiene nombre. Bueno sí: como una pluma. Hoy caminé un par de kilómetros (un poco más, incluso) y apenas me cansé. Lo hice a buen ritmo y sin ningún problema.
Todavía no consigo sacar el tiempo para hacerme una analítica y comprobar los niveles. A pesar de la buena alimentación, supongo que todavía tendré algunos indicadores en una posición preocupante, pero estoy seguro que de aquí a unas cuantas semanas ya conseguiré regular todo. Lo he hecho antes y no hay razón para no conseguirlo ahora.
Ahora me voy a cenar una ensalada y a preparar el arroz para el fin de semana. ¡Buenas noches!
Día 12

Y claro, luego pensar en cenar era complicado, porque tenemos la rutina del agua oxigenada con valor alimentario una hora antes de cada comida y del magnesio, media hora antes. Con lo cual, no pudimos hacer nada hasta volver a casa; pero, como ya era tarde, finalmente decidimos cenar una manzana para no cargar el estómago. Bueno, que complicado nos lo ponemos.
Pero, como llevo diciendo desde que empecé, el esfuerzo merece la pena. La sensación de bienestar se mantiene (¿o aumenta?) y cada día duermo más como un bebé. Tanto, que anoche me metí en la cama y no soy consciente de haberme dormido ni nada. Caí rendido...
La comida de ayer: judías pintas con cebolla morada, jengibre, calabacín y puré de tomate... ¡Deliciosas! La verdad es que las legumbres, además de versátiles, son un ingrediente estupendo para dar color, sabor y fuerza a las recetas. Es cosa de dejarse llevar y disfrutar con ellas, cocinándolas y comiéndolas...
¡Hasta mañana!