Durante años escuché que las vitaminas engordaban y que no era bueno tomarlas. De los minerales, sinceramente, poco he sabido a lo largo de los años. Cuando me hacía el chequeo anual (esto hace muchos años), nunca nadie me dijo ni reparó en mis niveles de vitaminas en el organismo; al contrario, solo se fijaban en colesterol, azúcar y triglicéridos, o en indicadores del funcionamiento tiroidal. Poco más...
En los últimos años, dos cosas me han sorprendido: por un lado, la carencia generalizada de vitamina D; y, por otra, la de magnesio, que se empieza a encontrar en lácteos y café soluble. ¿Por qué ahora? ¿Qué ha cambiado? La respuesta la desconozco, pero es un indicador de que vitaminas y minerales son esenciales en nuestro funcionamiento.
Por eso, desde que comencé la dieta, tomo una serie de vitaminas, minerales y complementos que me ayudan en todo el proceso de destrucción de la cándida (que cada día que pasa y leo más sobre ella, me doy cuenta de que es la mala de la película).
Desde que las tomo y hago la dieta sin gluten, lácteos ni azúcar, puedo decir que: estoy menos cansado, me acatarro menos y, cuando me ocurre, es más leve; me duele menos la cabeza y mis articulaciones (entre ellas una lesión en un tobillo que me amargaba la vida) van muchísimo mejor; duermo mejor, tengo más energía y, en general, me siento 10 veces mejor que hace dos años.
Llegados al final del primer mes, mi balance sigue siendo positivo y no me canso de contar las ventajas de una vida sin gluten. Debo reconocer que por un lado me da bastante pena mirar el trigo con distancia y con cierto resquemor... me ha estado haciendo mal de diversas formas durante tanto tiempo que cuesta volver a confiar en él. Pero también reconozco que las cosas de trigo tienen una cosa especial, sobre todo la pasta, que de otras harinas u orígenes no resultan tan apetitosos.
Pasado ese trauma y con las ganas de descubrir toda una nueva variedad de posibilidades de la mano de las almendras, las castañas, los garbanzos, el arroz y otros productos de los que fabrican harinas de diversas características, me estoy dedicando a investigar y leer las cualidades y características de la cocina sin gluten, de la vegana, de la sin azúcar, etc. ¡Y hay muchas posibilidades para remplazar, sustituir o alterar las recetas originales! Casi todo tiene un equivalente más sano o más natural y, aunque se pierdan algunas texturas, se gana en muchas otras cosas.
Como dije ayer, escuchad a vuestros cuerpos, pero también os animo a comer de forma inteligente, a elegir bien qué os echáis a la boca y a compartir vuestras experiencias con otros. A todos nos viene bien contar con un hombro en el que llorar las penas y las carencias, además de una fuente en la que buscar inspiración, apoyo e información.
Mi web seguirá abierta y el blog continuará con otros temas. Pero siempre quedará aquí este mes de experiencias para quienes inician el camino de lucha contra la cándida o para quienes abandonan el gluten. ¡Bienvenidos y seguimos juntos este camino!
Una de las principales recomendaciones que hago para seguir esta dieta, entre muchas otras, es la regularidad: intentad mantener los mismos horarios, hacer las tomas de los fungicidas, vitaminas y minerales a horas similares, para que todo se transforme en una rutina y sea más fácil incorporarlo a la vida diaria, ya sea estando en casa o fuera.
El agua oxigenada de valor alimentario es un estupendo fungicida, pero hay otras opciones más fáciles de tomar y de llevar. El extracto de semilla de pomelo o el aceite de orégano son buenas posibilidades. Además, es positivo atacar a la cándida por distintos frentes para dejarla knock out lo antes posible.
Por lo demás, requiere paciencia e inventiva. Paciencia para aguantar todas las "burlas" y "comentarios" respecto de la dieta; e inventiva para no caer en la fórmula habitual de comidas reiteradas hasta la saciedad y buscar siempre nuevas salidas a la comida permitida.
Lo más importante es que hagas esto porque quieres y no porque alguien "te obliga". Cambiar de hábitos no es cuestión sencilla, sobre todo cuando el mundo que te rodea resulta hostil (por no decirlo de otra forma) ante la diferencia alimentaria (por no hablar de las otras). La vida sin gluten es jodida de vivir, pero vale la pena hacerlo. Y lo digo en serio.
Después de hacer público ayer este blog, recibí una avalancha de mensajes respecto a mi alimentación. Por un lado, consejos y experiencias de personas que, por alguna razón, tenían una forma de vida más o menos parecida. Por otro, gente preocupada ante lo poco que me dejaba de margen para comer. A todos les agradezco su preocupación, pero también les digo: con calma, que esto no es producto de una locura momentánea ni de haber visto alguna luz especial. Simplemente es una prueba para ver cómo reacciona mi cuerpo, para ver si la cándida entra en retirada y también para equilibrar una alimentación que, si bien sana en la base, recurría a muchos excesos de cosas malas en muchos momentos.
Dicho esto, también os digo que me alimento bien: trato de equilibrar las carnes con las verduras, las legumbres con las ensaladas y dejar espacio para crear platos interesantes, que es una de mis principales preocupaciones como "gordo": comidas atractivas, pero que sean sanas y que no incumplan las normas de alimentación que llevo ahora (que no son pocas, pero que no resultan tan complicadas de entender). He detallado más la sección ¿Qué comer? de la web para que, quien quiera probarlo, pueda hacerlo de forma libre e informada.
Mi idea, para las próximas semanas, es ir publicando las recetas de las cosas que voy haciendo, con más detalles de cómo las preparo, por qué, etc., y así poder ayudaros más. La verdad es que como comida muy sabrosa, que alimenta bien y que no me sienta pesada. Hoy cené tarde y me metí a la cama apenas una hora después, y no tuve ningún malestar. Eso, hace unas semanas, me hubiese significado una noche de reflujos y acidez, que probablemente hubiese pasado a base de uno o dos antiácidos. ¡Una pena! Ahora, en cambio, vivo feliz y libre de esos problemas.
El desayuno de ayer fue arroz integral con una tortilla de huevos, tomate y cebolla; la comida fue arroz integral con pavo asado y costra de especias; y la cena, una ensalada de lentejas, con tomate, aguacate y un trocito de pavo que había quedado. A media tarde, me comí una manzana que siempre me sienta de maravilla.
Una de las cosas que me llama la atención es que por las noches me duermo con muchísima facilidad. A eso de las 22:30 o las 23:00 se me cierran los ojos y caigo como un bebé. ¡Antes con los picos de azúcar y la digestión pesada era impensable dormirme antes de la 1:00 AM! Me siento mucho más descansado durante el día, más fresco; y, por las noches, el cuerpo comienza a relajarse y el sueño viene solo, sin dificultad. Y eso también es algo impagable para mí, que siempre reconocía tener el sueño escaso y ligero. ¡Anoche dormí profundamente! Un sueño reparador como hace tiempo no tenía. ¡Bienvenidos sean estos pequeños cambios!
Ayer aproveché un par de horas libres para ponerme a hacer una de las cosas que más me gusta: ¡cocinar!
Pavo al horno con laurel, al que luego pinté con una pasta de aceite de oliva, cúrcuma, curry vindaloo en polvo y canela, para que quedase con una costra en el exterior; y dejé hervidas unas lentejas para poder hacer una ensalada y distintas preparaciones con ellas. Además, compré verduras para toda la semana y conseguí agendar con mi amiga María una reunión para organizar un proyecto culinario que teníamos aparcado y para contarle más de esta Mi vida sin...
Voy llevando mejor el hecho de beber el agua oxigenada con infusiones, porque me resulta menos cansino su sabor. Supongo que tendré que ir cambiando la estrategia mientras esa parte del tratamiento sigue vigente. Por lo demás, ayer fue día de organizar mis próximas semanas en cuanto a las vitaminas que tomaré durante los meses más duros del invierno y de la "dieta", para que no me falte nada de nada. Que hay que cuidarse por todos lados.
Aproveché también de hacer una compra online de productos sin gluten ni azúcar, además de conseguir algunos ingredientes para practicar nuevas y sorprendentes preparaciones de cara a mantener esta alimentación especial por más tiempo, pero dándole versatilidad a las recetas, de manera de no aburrirnos ni tener la sensación de comer siempre lo mismo.
Y es que hay que echarle imaginación a esto: de comer, se pueden comer muchas cosas. Solo hay que abrir la mente y dejarse llevar para darse cuenta de que la dieta no es nada complicada de llevar ni de preparar. Solo hay que dedicar unos minutos a quererse y a disfrutar. Si bien la dieta parece vegana o vegetariana, no lo es. Y las carnes (sus proteínas) son esenciales para alimentarse. ¡No se confundan! Si hay algo que no se pasa con este estilo de alimentación, eso es hambre. ¡Uno se alimenta de maravilla!
Si tenéis alguna pregunta, no dudéis en comentar o preguntarme.
¡Feliz resto de semana!
El día comenzó con un delicioso desayuno al sol: arroz integral con calabacín, cebolla y tomate, mientras nos despedíamos del mar. Hoy directamente no tomé agua oxigenada y solo seguí con el magnesio. Necesitaba parar un poco y dejar de sentir ese sabor que, cada vez más, me estaba generando una angustia vital. Y el día fue sobre ruedas (en el sentido literal y metafórico).
Comimos, en un sitio maravilloso con vistas a La Albufera en Valencia, un arroz caldoso con pollo y verduras que estaba de maravilla. Supongo que algo de grasa "animal" tenía, pero decidí omitir el detalle porque era algo que no podía controlar y porque no había otras opciones que encajasen más o mejor con mi dieta. El momento, el lugar y el sabor de una comida de verdad hecha con ingredientes de calidad (notoriamente de calidad), fueron la mejor fuente de energía para retomar la rutina alimentaria.
Como mencioné en el post de ayer, y como intento dejar claro desde el principio, esto no es una dieta para adelgazar, aunque ese sea un efecto secundario muy apreciado. La idea de todo esto es regular mi organismo, equilibrar los niveles y mejorar en calidad de vida. En lo que puedo controlar por ahora, que es la mejora de la calidad de vida, el resultado es absolutamente satisfactorio: duermo mejor, como bien, me siento estupendo y, encima, me han dicho que tengo mejor cara (mejor piel), que me veo menos hinchado y yo me siento lleno de energía para seguir adelante a pesar de lo difícil que resulta a veces.
La gente se suele quejar del tiempo que tendrá que dedicar a cocinar y preparar las cosas, pero yo no lo veo como un gasto de tiempo, sino como una inversión en mi bienestar. Y prefiero, claramente, quitarme de hacer otras cosas para cuidarme yo.
Por eso, por la noche, después del largo viaje, llegué a preparar arroz y una salsa de tomate casera para los próximos días sin rechistar, mientras preparaba la cena: unos pimientos del piquillo rellenos de aguacate y atún. Además, me dejé lista la manzanilla para, al día siguiente, retomar la ingesta de agua oxigenada. A ver qué resulta de todo esto.
La rutina del agua oxigenada fue la protagonista de este día. En primer lugar, no nos vamos a engañar, resulta bastante "molesto" tener que andar por la calle con un gotero. Pero debo decir que ese no fue el peor de mis problemas: hoy comencé a sentir náuseas al tomar el fungicida.
La primera vez fue al mediodía, donde el sabor me resultó más intenso de lo habitual y me dejó un poco mal durante un rato. En la noche no pude: empecé a tomar el agua mineral con el H2O2 y tuve que dejarlo a la mitad, porque las náuseas fueron intensas. A la mañana siguiente (día 16), fue más leve, aunque también me dejaron bastante indispuesto. Así que decidí descansar ese día y el siguiente para ver cómo podía hacer.
La solución: beberlo con alguna infusión (manzanilla, poleo, etc.), que yo he preparado con agua mineral hervida. Lo he probado esta misma mañana (día 18) y me ha costado un poco menos, pero igual el sabor me ha quedado un rato en la boca. Hay otros fungicidas que se pueden utilizar de forma alternativa, pero no son tan efectivos. Tendré que seguir probando y ver cómo evolucionamos juntos o cambiar a uno que no sea tan potente, aunque tarde más en conseguir el objetivo.
Por lo demás, comí en un vegetariano una ensalada caprese con queso de anacardos en vez de mozzarella y estaba delicioso. Además, hoy estaba especialmente contento porque pude volver a ponerme una chaqueta que llevaba más de 3 años sin usar... ¡Un logro!